Mediante ciertos principios arquitectónicos y una determinada gestión del diseño, se aprovechan al máximo los recursos naturales obtenidos mediante fuentes renovables para abastecer la totalidad de un hogar.
Sin duda, hay una serie de prejuicios que todavía están bastante arraigados. Entre ellos está la idea de que en el diseño de una casa pasiva, la estética pasa a un segundo plano para dar prioridad a los cálculos de rendimiento y consumo energético, lo que se traduce en volúmenes simples y compactos que dejan poco espacio a la imaginación y a la innovación en el diseño. Además, los costes de una casa pasiva se consideran excesivamente altos. Pero, ¿es realmente así?
En estas imágenes se puede ver una nueva promoción de viviendas pasivas a la venta en la ciudad de Terrassa
No obstante, las casas pasivas son el resultado de la aplicación de todos los criterios expuestos anteriormente. En este sentido, a la hora de diseñar una construcción bioclimática hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
Para que una casa se considere pasiva, debe alcanzar estos objetivos
Es una pregunta difícil de responder porque hay que tener en cuenta una serie de variables, empezando por el tipo y las características del proyecto. Pero seguramente el principal aspecto del que dependen las diferencias de coste de una casa pasiva sea el clima. En función de las condiciones climáticas del lugar donde se construye el edificio, hay que tomar decisiones que pueden dar lugar a inversiones de distinta magnitud.
En términos generales, podemos decir que un Passivhaus puede costar entre un 8% y un 20% más que un proyecto tradicional. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, aunque la inversión inicial es mayor, el ahorro de una Passivhaus es enorme y debe considerarse en el presupuesto global a largo plazo.
Una casa pasiva consume una media de 1,5 litros de combustible (equivalente a unos 15 Kwh) por metro cuadrado, frente a los 10-12 litros que consume una casa tradicional para los sistemas de calefacción. Esta gran reducción del consumo se traduce en una reducción de los costes de la factura de alrededor del 90% en comparación con una casa estándar y del 75% si se consideran los edificios modernos de bajo consumo.